Capítulo 2: Javier Aguirre Odriozola
Capítulo 3: Gurutz Aguirresarobe Pagola
Capítulo 4: Iñaki Arakama Mendia
Capítulo 5: Asier Arzalluz Goñi
Capítulo 6: Arkaitz Bellón Blanco
Capítulo 7: Juan María Etxabarri Garro
Capítulo 8: Garikoitz Etxeberria Goikoetxea
Capítulo 9: Jesús Goikoetxea Garralda
Capítulo 10: Manuel González Rodríguez
Capítulo 11: Juan Lorenzo Lasa Mitxelena
Capítulo 12: Roberto Lebrero Panizo
Los muros de Sevilla II ocultan a uno de los presos más sanguinarios de ETA. Roberto Lebrero Panizo, condenado a cerca de cien años de cárcel, afronta actualmente su pena en la prisión de Morón de la Frontera. Las fuerzas de seguridad lo detuvieron en 2001, tras escaparse anteriormente de la Policía en una operación previa. Él es el duodécimo rostro de la banda en territorio hispalense.
Uno de sus atentados más crueles ocurrió el 27 de septiembre de 2001. Tal y como consideró probado la Audiencia Nacional (AN), Lebrero y otro integrante del comando Haitza colocaron una bomba en la discoteca Universal de Lacuntza (Navarra). Los terroristas redujeron al vigilante de seguridad, le taparon la cabeza con una capucha y lo llevaron hasta una zona boscosa. Entonces, los etarras depositaron en el establecimiento tres mochilas con artefactos explosivos: en la pista de baile central, en el vestíbulo y en el lateral izquierdo del local.
Afortunadamente, el guarda consiguió desatarse y avisar al propietario del negocio; así como a la Guardia Civil. De esta forma, la discoteca se encontraba vacía cuando las bombas estallaron sobre la 01:00 horas de la madrugada. La explosión provocó daños por valor de 889.000 euros. Por todo ello, a finales de 2011, los magistrados de la AN condenaron a Lebrero a 25 años de cárcel, por la comisión de los delitos de estragos terroristas y detención ilegal.
Paralelamente, Panizo acumula otros 71 años de prisión por sentencias previas. Así, la Justicia española ya le había condenado previamente por pertenencia a banda armada, depósito de armas, robo de vehículo, falsedad de documento público y depósito de armas y explosivos. De hecho, en el momento de su arresto, las fuerzas de seguridad relacionaban al etarra con tres atentados con bomba durante su pertenencia al comando Ustagui: la colocación de artefactos explosivos junto a la comisaría de Miranda del Ebro y en dos oficinas de Caja Vital en Vitoria.
Uno de sus atentados más crueles ocurrió el 27 de septiembre de 2001. Tal y como consideró probado la Audiencia Nacional (AN), Lebrero y otro integrante del comando Haitza colocaron una bomba en la discoteca Universal de Lacuntza (Navarra). Los terroristas redujeron al vigilante de seguridad, le taparon la cabeza con una capucha y lo llevaron hasta una zona boscosa. Entonces, los etarras depositaron en el establecimiento tres mochilas con artefactos explosivos: en la pista de baile central, en el vestíbulo y en el lateral izquierdo del local.
Afortunadamente, el guarda consiguió desatarse y avisar al propietario del negocio; así como a la Guardia Civil. De esta forma, la discoteca se encontraba vacía cuando las bombas estallaron sobre la 01:00 horas de la madrugada. La explosión provocó daños por valor de 889.000 euros. Por todo ello, a finales de 2011, los magistrados de la AN condenaron a Lebrero a 25 años de cárcel, por la comisión de los delitos de estragos terroristas y detención ilegal.
Paralelamente, Panizo acumula otros 71 años de prisión por sentencias previas. Así, la Justicia española ya le había condenado previamente por pertenencia a banda armada, depósito de armas, robo de vehículo, falsedad de documento público y depósito de armas y explosivos. De hecho, en el momento de su arresto, las fuerzas de seguridad relacionaban al etarra con tres atentados con bomba durante su pertenencia al comando Ustagui: la colocación de artefactos explosivos junto a la comisaría de Miranda del Ebro y en dos oficinas de Caja Vital en Vitoria.
Fotografía de la asociación Duque de Ahumada
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