miércoles, 5 de septiembre de 2012

Cuando la puerta del aula se cierra, sólo quedas tú

Nervios y alivio. El reloj marca las 11:00 de la mañana en el centro asociado de la UNED de Sevilla. Sus instalaciones se encuentran abarrotadas. Largas colas de estudiantes aguardan para acceder a las clases; y, en el patio, algunos fuman un último pitillo. Las charlas animadas se entremezclan con el ruido del paso de los folios. Un treintañero aprovecha para dar el último repaso. Sus ojos sobrevuelan por las líneas subrayadas a una velocidad de infarto. El tiempo se agota para él. Los minutos corren. 


Y, mientras tanto, mientras un enorme grupo de alumnos espera para examinarse; otros ya abandonan el complejo educativo. Ellos ya tuvieron su oportunidad. La jornada arrancó temprano. A las 9:00 comenzaron a rellenarse los primeros tests. Estos ya acabaron, ahora toca el segundo turno. Durante toda una semana, los estudiantes probarán suerte e intentarán demostrar sus conocimientos. La UNED programó cuatro tandas de exámenes cada jornada: dos por la mañana y dos por la tarde.

Es septiembre. Y eso se nota. La última oportunidad del curso para muchos. Palma estudia tercero de Psicología. Ella conversa con una compañera a las puertas del centro, intentan averiguar qué les preguntarán en la próxima prueba. Ella espera que la Suerte le mire de frente: "Ojalá me toque lo que me estudié", le reconoce a su amiga.

La fila de estudiantes avanza. Paso a paso. Llegan hasta el primer filtro, donde entregan su carné de estudiante y reciben su examen. De ahí pasan al aula. Es el momento de la verdad, de enfrentarse a sus temores, de leer detenidamente cada encabezado, de acabar con la tensión. Los nervios empiezan a difuminarse. Algunos los tornan alivio, otros resignación. "Ya habrá otra oportunidad", indica un alumno al abandonar la clase.

Foto: Alumnos se examinan en la UNED de Sevilla (Europa Press)

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